Doña Mariana no tiene esperanza de hacer la Cena de Noche Buena, pero es está confiada que un buen samaritano le extienda la mano

Benny Rodríguez

Doña Marina, acaba de servir y ella come su bocado
Barahona.- Su piel arrugada por los años, pero con una lucidez que llama la atención, Doña Mariana Cuello López, con 82 abriles acuestas, no tiene muchas expectativas para lo noche del día 24 en que la familia se reúne a compartir la tradicional Cena de Noche Buena, como orienta la celebración cristiana.

Ella no tiene expectativas de poder juntarse junto a los suyos, por lo menos con su hijo Librado que está junto a ella, a compartir la cena, por lo menos cansilla, debido a la situación calamitosa y miseria espantosa en que vive, pero es firme de convicción y piensa que un buen samaritano puede extenderle la mano. 

Cree que a su edad no tiene maneras de meterse en los embrollos que se arman en la entrega de las cajas de Navidad por parte de las autoridades, ya que tiene el temor de que la echen al suelo y si logra conseguir una, “haya que llevarla al hospital, debido a que su avanzada edad no puede enredarse en esos desórdenes que se arman en los repartos”.

De poder hacerlo, relata a este reportero, es si logro que algún buen samaritano pueda llevarme “alguito” para cenar este día junto a los suyos, ya que no tiene esperanza de que sus cinco hijos puedan ayudarla más que ofrecerle un bocado en Noche Buena, debido a la estrechez económica en que éstos, también,  se desenvuelven. 

“Si me dan es que yo puedo hacer algo, una cena que tampoco tiene que ser muy costoso, pero al menos un pollo, espaguetis, telera y un poco de ensalada”, dijo esta humilde señora, residente en la calle Juan M. Cuevas a esquina Nicolás Cuello, del sector de Palmarito, ubicado en la parte alta de la ciudad, mientras ella disfrutaba fumando con su cachimbo. 

Expectativas

Para Doña Marina, que reside junto a su hijo en su humilde casita, techada zinc, hojalatas y tablas, el aire navideño que comienza a sentirse desde el mes de noviembre, con los adornos y decoraciones que aparecen en las casas, comercios, instituciones y demás establecimientos no tienen mucho significado.

Tampoco las canciones que las estaciones de radio colocan que indican que ya estamos en esta importante época del año, pues no tiene muchas expectativas para este importante día del 24 ni para el 31 de diciembre que nos recuerda que estamos a la puerta de un nuevo año.

Sin embargo, para esta mujer a la que la vida no le ha sonreído muy bien, nos explica que para ella lo que realmente tiene mucha significación es poder vivir para alcanzar a ver la Noche Buena  y conseguir estar al lado de los suyos cuando  las 12 de la media noche del 31 de este mes suenen las 12 campanadas que anuncian la llegada de un nuevo año.

El inseparable de Doña Mariana: su cachimbo
“Estar viva en esos dos días de interés: el 24 de diciembre y el 31 para ver el nuevo año 2011 a ver si puedo mejorar mi situación que como usted puede ver no es muy buena, fíjese como vivo”, dijo mientras cerca de las cuatro de la tarde del lunes 20, conversaba con este reportero y saboreaba un poco de moro con sardinas.

Dijo que no tiene ninguna expectativas, ya que a su avanzada edad no tiene quién pueda extenderle la mano que le permitan cambiar de situación y como buena cristiana, cuenta que está encomendada a Dios, del que dijo, no olvida a sus hijos, aun cuando se cree que no se puede mejorar.

La casita

Aprovechó la presencia de Listín Diario, de lo que ella ni idea tiene de qué es, debido a sus años, para pedir al Gobierno que disponga el arreglo de su humilde, que ella define como su “rancho”, del que cree que de un momento a otro la sacan de ahí por unos de los tantos portillos que tiene su vivienda.

“Tenemos la esperanza que podamos el nuevo año poder encontrar quién o quiénes puedan venir a arreglarnos este rancho antes que nos caiga encima a mi hijo y a mí”, dijo la señora a la que los años no le quitan las ganas de seguir viviendo y como ella misma dice: dura como el palo del guayacán.

Encontrar quién pueda influir para mejorarle su humilde vivienda es el mejor regalo que puedan hacerle a Doña Mariana en Noche Buena y año nuevo, pues se queja amargamente de las condiciones de pobreza e insalubridad en que se encuentra producto de la miseria espantosa y de precariedad en que vive.

“Esa podría ser un buen regalo de Noche Buena, Año nuevo y Reyes, aunque sea la Vieja Belén, arreglarme esta casita que me está cayendo encima”, dijo la Nonagenaria que a pesar de las condiciones en que vive no deja de mostrar una sonrisa.
 


 
Barahona, República Dominicana.